BIALET MASSE
Amaneció un gris día de
noviembre, la temperatura era bastante baja. Si mal no recuerdo era un día 19 del año 1888. Hace un
tiempo que ya estaba radicado en la
Ciudad de Córdoba, por
estos días estaba viniendo el presidente de la Republica Argentina, el Dr. Roque
Sáenz Peña a dar un discurso. Yo no era partidario del pero como buen amante de la política, no me
perdería ese discurso de gala. Aunque siempre que salía de un discurso político me
preguntaba:
¿Qué hubo aquí?
¿Qué había aquí?
¿Qué fue esto?...
Siempre me hacia esas preguntas pero nunca
encontraba respuestas a estas preguntas.
Hacia unos minutos que permanecía
despierto en mi cama sumergido en estos pensamientos, así que decidí levantarme
y engalanarme. Luego fui hasta la cocina y doña Clota me sirvió un rico café. A
todo esto abrí la ventana que daba a la calle y recite mi frase de cabecera desde que
supe que mis días estaban contados porque la parca del destino ya me tenía agendado.
“Morir como se nació, y vivió, subir y siquiera vislumbrar el paisaje de la
cumbre, es hermoso morir y si es locura, es locura hermosa del destino” algún transeúnte
ocasional agendo mis dicciones que luego el tiempo inmortalizaría.
Yo sabia que una
dolencia me aquejaba por eso cada instante de mi vida al menos de la vida que me
quedaba era sagrado. Si un ser humano vive un promedio de 70 años y eso da 25550 días de
vida, ami me quedaba poco tiempo como a ustedes. Terminado mi café cerre la
venana y me abrigue bastante antes de salir de la casa, pues había quedado en
encontrarme con unos amigos en una galante pulpería no muy lejana de mi casa.
Antes de subir al caballo, mi vista se poso sobre el esplendor de las sierras cordobesas
que a lo lejos me saludaban. Yo sentía que ver esta imagen me daba
tranquilidad y paz.
Ya subido en mi yegua, a la cual
la había bautizado con el mismo nombre que mi hija
quien había nacido unos años
atrás con el nombre de “Zoida”, era una hermosa yegua…
Salude al personal que trabajaban
en casa y Salí. Así deje esa mañana la casa ubicada en
la calle Dean Funes 228. Mientras
montaba hacia la pulpería, pensaba en el informe que
me habían solicitado un grupo de
personas entre ellos mi amigo personal Bonifacio
Lastra. El informe era sobre el
movimiento Obrero en el interior de la Republica
Argentina. Este tema a la
hegemonía gobernante les comía el coco… Cabalgue no
mucho por unas lindas calles
empedradas hasta que llegue al lugar del encuentro. Se
trataba de un esplendido bar, ya
en la puerta un peón gentilmente se acercó y se llevo el
caballo hasta el establo del bar
el cual quedaba en la vereda de enfrente. Eran tan solo
las 10 de la mañana y el lugar
estaba abarrotado, pareciera pensé que la visita del Dr.
Sáenz Peña había revuelto la
casta política de la ciudad. Mire detenidamente todo
haciendo cuanto acontecía en el
lugar, haciendo un paneo con mi vista de 360° y
observe todos los detalles que
tenían que ser vistos para mi mente humana. Hasta vi un
pequeño alacrán que caminaba
felizmente por una viga de madera en el techo. Sin
embargo este alacrán al
compararlo con otros seres humanos que estaban allí presentes
sentados… era tan solo una dulce
criatura sin veneno. Encontrando mi objetivo en la
mesa que me interesaba vi a
Bonifacio Castro quien estaba acompañado de Manuel
Lucero, el rector de la
universidad de Córdoba y junto a ellos había dos hombres más
uno era Nicolaus Kraus y el otro
Martín Velasco. Al verme se pararon y lentamente se
sacaron el sombrero como ademán
de cortesía para saludarme. A todo esto yo pensaba
“ustedes creen que me matan, yo
creo que se suicidan”. Devolví el saludo con gentileza
y tome asiento junto a ellos en
la mesa. Luego de algunas palabras protocolares, el moso
se acerco y pedí un aperitivo
como el que estaban tomando en la mesa un conjuro a
base de hiervas. Los
presentes tenían apuro por que dijiera mi informe así que comencé
a desplegar mi ejercito
anarquista de palabras que salieron de mi Boca, con el objetivo
de desorientar a algunos de estos
sujetos, y remate mi informe con mi himno “Morir
como se nació, y vivió, subir y
siquiera vislumbrar el paisaje de la cumbre, es hermoso
morir y si quiera vislumbrar el
paisaje de la cumbre, es hermoso morir y es locura, es
locura hermosa del destino”.
Después de esto hablamos sobre banalidades del mundo
moderno, como lo es el increíble
desarrollo del ferrocarril, que no paraba de extenderse
por todo el país… Incluso
Bonifacio llego a decir que si los ingleses seguían así
llevarían con su imperialismo el
tren hasta la Antártida…
En fin pareciera que la ciencia
y el progreso no tuviera fin.
Entendiendo al fin como final de un instante que se va y de
otro que comienza, o sea un
sinfín cíclico e interminable de algo llamado tiempo
FIN
Ulises Barreiro
(Escritor)